¿Qué es el fentanilo?
El fentanilo es un opioide sintético que ha ganado atención significativa en los últimos años debido a su potencia y naturaleza adictiva. Este poderoso analgésico, comúnmente utilizado en entornos médicos, es aproximadamente 50 veces más fuerte que la morfina.
El fentanilo se receta frecuentemente para el tratamiento del dolor severo, especialmente en casos relacionados con el cáncer. Sin embargo, su potencia también lo hace altamente adictivo, lo que genera una creciente preocupación por su uso indebido y la crisis de salud pública asociada.
En este artículo, exploraremos los diferentes aspectos del fentanilo, incluyendo sus propiedades adictivas, los riesgos de dependencia, los síntomas de abstinencia, sus usos aprobados y el alarmante aumento de las muertes por sobredosis.
Potencia y adicción
La extrema potencia de este analgésico sintético es una de las principales razones por las que es tan peligroso. El fentanilo es aproximadamente cincuenta veces más potente que la morfina, e incluso pequeñas dosis pueden generar un alto poder adictivo. Uno de los problemas asociados a su alta capacidad para generar dependencia es el desarrollo muy rápido de tolerancia farmacológica a la molécula de fentanilo.
La naturaleza adictiva del fentanilo se debe en gran parte a su impacto en el sistema de recompensa del cerebro. Incluso cuando se toma según las indicaciones médicas, puede generar dependencia, ya que el cuerpo se acostumbra a la euforia y el placer, percibidos como un efecto de felicidad extrema.
El fentanilo es un fármaco opioide, indicado en el dolor intenso post quirúrgico, así como en el dolor oncológico y se encuentra en forma de inyectable, parche transdérmico o comprimidos. Aunque también el uso terapéutico puede producir dependencia física y psicológica, el control posológico, así como las expectativas de la indicación y prescripción, vinculadas a la analgesia, hacen que pueda controlarse mejor el potencial adictivo del fármaco.
El potencial adictivo del fentanilo se describe de forma semejante al del resto de los opiáceos, debiendo considerar, ante una retirada abrupta, la posibilidad de un síndrome de abstinencia semejante al de la heroína y que por los síntomas físicos, así como por el deseo intenso de consumo (craving), puede requerir tratamiento farmacológico sintomático para paliar el cuadro abstinencial.
La abstinencia es otro factor clave para comprender las propiedades adictivas del fentanilo. Cuando las personas dejan de tomar el medicamento abruptamente, pueden experimentar una variedad de síntomas, desde una leve incomodidad hasta síntomas graves. Este proceso puede ser especialmente desafiante debido a la alta potencia del fentanilo, ya que el cuerpo se ha acostumbrado a niveles elevados.
Debido a su alto poder adictivo, así como a su gran potencia farmacológica, el fentanilo puede ser presentado en una mezcla de otras sustancias, como MDMA, heroína, metanfetamina, sin que las personas consumidoras puedan saber cuál es el origen del efecto de la mezcla, generando muy rápidamente tolerancia y dependencia y, como consecuencia, la necesidad de búsqueda de la sustancia.
Dependencia
La dependencia a las sustancias puede ser el resultado de tomar medicamentos recetados, incluso si se toman según las indicaciones. Este potente opioide sintético puede generar una dependencia física y psicológica, con usuarios que consumen durante períodos prolongados, acostumbrándose gradualmente a la sustancia química.
Dejar de tomar abruptamente el medicamento puede generar síntomas de abstinencia, que pueden ir desde una leve incomodidad hasta intensos deseos que pueden durar varias semanas. Es importante que los profesionales médicos supervisen a los pacientes que toman fentanilo para reducir el riesgo de dependencia.
El fentanilo se ha incorporado a las nuevas formas de consumo de drogas, en un marco de referencia que, como en muchas ocasiones, tiene la experiencia del efecto clínico y terapéutico inicial, para, después, pasar al uso recreativo en el que, rápidamente entran las redes de narcotráfico para generar todo tipo de alteraciones y adulteraciones que incrementan el riesgo para la salud de forma exponencial.
El tratamiento de la dependencia es, pues, complejo, en función de la evolución del consumo, de la historia de consumo del paciente, de la posible politoxicomanía, pero siempre requiere individualizar la intervención a las necesidades de cada persona y su propio contexto.
Cuando las propuestas de tratamiento de trastornos adictivos se centran fundamentalmente en los graves problemas para la salud mental que ocasionan los psicoestimulantes, especialmente la cocaína en sus diferentes formas de administración, así como el cannabis, sobre todo en edades juveniles, el fentanilo viene a recordarnos los graves problemas de adicción de los opiáceos, así como las dificultades con las que se encontraron los programas libres de drogas a la hora de conseguir resultados positivos en los años 90 del pasado siglo XX.
Por lo tanto, los trastornos adictivos en cualquiera de sus formas sigue siendo un importante problema de salud Pública y requiere una especial atención del sistema sociosanitario. Pero uno de los aspectos que sigue siendo un borrón en las políticas de intervención en los trastornos adictivos es la prevención que no han conseguido resultados esperanzadores, quedándose en mera información sanitaria que hoy en día carece de eficacia a la vista de la ingente cantidad de información en internet.
En el caso del fentanilo, un problema añadido es el hecho de que se trate de un fármaco comercializado y con indicaciones “claras”, puesto que favorece la idea de “seguridad” frente a las drogas en el mercado negro, sin que los usuarios sepan que, realmente se está produciendo una adulteración del producto para conseguir rápidos beneficios económicos a costa de la vida de los propios usuarios.
Síntomas de Abstinencia
Dejar de tomar opioides abruptamente puede causar síntomas de abstinencia altamente incómodos. Estos pueden ir desde intranquilidad y agitación hasta dolor muscular y articular, insomnio, escalofríos y sudoración excesiva. En casos más graves, las personas pueden experimentar náuseas, vómitos, diarrea y calambres abdominales. La gravedad y duración de los síntomas de abstinencia dependen del nivel de dependencia individual y la duración del uso de opioides. Para evitar una recaída y manejar los síntomas de abstinencia, es importante que las personas busquen ayuda médica y establezcan un sistema de apoyo.
El síndrome de abstinencia post-aguda (PAWS, por sus siglas en inglés) es otra condición que puede ocurrir como resultado de la abstinencia de opioides. Los síntomas de PAWS incluyen cambios de humor, dificultad para concentrarse, problemas de memoria, ansiedad y depresión. Por lo tanto, es importante estar consciente de la posibilidad de desarrollar PAWS que se relaciona con los aspectos psicológicos de la abstinencia y que se asocian con el craving, el deseo compulsivo de consumo, así como con el pensamiento o fantasía de consumo controlado después de haber perdido el control sobre el consumo.
Usos
Es posible lograr un alivio del dolor potente mediante el uso de un analgésico sintético, como el fentanilo. Este medicamento se administra generalmente en dosis bajas, debido a su potencia, a personas que sufren un malestar intenso, a menudo asociado con el cáncer. Se puede administrar de diferentes formas, incluyendo transdérmica, sublingual, intravenosa y epidural.
Además de su papel en el manejo del dolor, el fentanilo también se usa ampliamente en anestesia. Sus fuertes efectos lo convierten en una herramienta útil para inducir y mantener la sedación durante los procedimientos quirúrgicos. Al unirse a los receptores opioides en el cerebro y la médula espinal, crea un estado de analgesia y relajación profundo, lo que permite realizar operaciones seguras y sin molestias.
Además, la rápida acción y corta duración del fentanilo lo convierten en un activo valioso en medicina de emergencia, donde el alivio inmediato del dolor es esencial. A pesar de sus diversas aplicaciones, es fundamental ser consciente de los riesgos y la naturaleza adictiva de este medicamento, enfatizando la importancia de una prescripción responsable y una supervisión adecuada para garantizar la seguridad del paciente y prevenir el abuso.
Crisis de Salud Pública
La crisis de salud pública causada por las sustancias ilícitas ha alcanzado un punto crítico, provocando consecuencias desastrosas en diferentes áreas de los Estados Unidos. Resulta especialmente relevante el número de muertes por sobredosis, cuando realmente la urgencia médica por sobredosis de opiáceos se conoce desde hace más de 40 años, así como la forma de tratarla mediante el uso de antagonistas opiáceos de acción rápida.
La expansión del fentanilo como droga recreativa, nos lleva a recordar los graves problemas de salud pública que se produjeron como consecuencia de la heroína, pero no nos debe desviar la atención sobre otras adicciones de alta severidad y efectos demoledores sobre la salud pública como el alcohol, la cocaína, el cannabis, incluso las adicciones no químicas, como el juego on line.
Debe realizarse un control exhaustivo de la producción de fentanilo que, por ejemplo, en España tiene una regulación estrictamente controlada tanto en la utilización hospitalaria, como en la prescripción ambulatoria que requiere de receta especial de estupefaciente y estricto control de las prescripciones por parte de las autoridades sanitarias.
Debe considerarse la tipología de los sistemas sanitarios, puesto que el acceso a este tipo de sustancias debería estar controlado de tal forma que fueran muy pocas las fisuras para el acceso al mercado. El conocimiento y la experiencia clínica sobre el problema de la heroína debe permitir revisar aspectos vinculados a la clínica del trastorno adictivo por fentanilo, así como la accesibilidad por parte de los usuarios en las redes de narcotráfico.
La intervención, pues, debe estar enmarcada en una política nacional de Salud Mental que se vincule a la clínica, la prevención y la reducción de riesgos en caso de que sea necesario, tal y como ocurrió con la prescripción de metadona en los años 90.
Potencia en comparación con la Morfina
La excepcional potencia de este analgésico sintético lo convierte en un medicamento de elección en la gestión de la escala analgésica, incluso cuando la morfina no consigue el efecto analgésico deseado. Pero esta potencia farmacológica también conlleva un mayor riesgo de sobredosis en caso de que su utilización no lo sea en el ámbito clínico monitorizado.
Como ya se ha dicho, el fentanilo tiene una potencia analgésica 50-100 veces mayor que la propia heroína. De todas formas, debe tenerse en cuenta la forma de administración, es decir, la farmacocinética de la sustancia, puesto que será también importante a la hora de que el potencial adictivo se incremente.
La sobredosis, al igual que en otros opiáceos, es un problema importante, sobre todo cuando la sustancia está mezclada o adulterada. También debe considerarse la pérdida de tolerancia a la sustancia, cuando un usuario deja durante un tiempo el consumo por diferentes motivos, como puede serlo un tratamiento terapéutico, ingresos hospitalarios o en prisión.
La administración de una dosis igual a la última utilizada puede generar una sobredosis por pérdida de tolerancia, algo que debe tenerse muy presente. Los síntomas de abstinencia son semejantes a los producidos por el síndrome de abstinencia a opiáceos como la heroína, aunque pueden ser más intensos y requerir también soporte farmacológico sintomático para paliar los síntomas.
Riesgo de Sobredosis
El potencial de sobredosis es un riesgo significativo y grave cuando se trata del uso de opioides sintéticos. Debido a la potencia elevada de estas sustancias, incluso un ligero aumento en la dosis puede tener consecuencias desastrosas. Además, estos opioides a menudo se mezclan con otras sustancias, como heroína o cocaína, lo que los hace aún más peligrosos. El número cada vez mayor de fatalidades relacionadas con sobredosis de opioides es un recordatorio contundente de la necesidad urgente de abordar esta crisis de salud pública.
La acción rápida de los opioides sintéticos puede tomar desprevenidas a las personas con respecto a los efectos de la droga. Sus potentes efectos analgésicos y su corta duración de acción pueden hacer que las personas busquen dosis más frecuentes y más altas, lo que aumenta el riesgo de sobredosis. Además, esta sustancia, al igual que el resto de los opiáceos, de forma dosis dependiente, ha demostrado deprimir el sistema respiratorio y, por lo tanto, provocar insuficiencia respiratoria, una causa común de muerte en sobredosis de opioides. Este hecho debe ser conocido por las personas potencialmente usuarias de este y otros opiáceos, para detectar los síntomas y pedir atención médica de forma inmediata. El uso de antagonistas opiáceos, como la naloxona, es parte de la estrategia de tratamiento de sobredosis. Pero también debe tenerse en cuenta que al aplicar naloxona, estamos provocando un síndrome de abstinencia al opiáceo, lo cual puede hacer que una persona vuelva a consumir de forma compulsiva.
Conclusión
En conclusión, el Fentanilo es una droga opiácea muy potente que se ha convertido en un problema de salud pública en los Estados Unidos. En España existe una potente red pública de intervención vinculada al Plan Nacional sobre Drogas Nacional y que tiene su expresión directa en los Planes Regionales de Drogas de cada una de las Comunidades Autónomas. La Estrategia Nacional de salud Mental debe incorporar todas las nuevas formas de adicción y el uso de fentanilo es una de ellas que ya está mostrando sus consecuencias más dramáticas. La sobredosis de fentanilo es una urgencia médica que requiere intervención inmediata.
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Farmacéutico – Psicoterapeuta Especialista en Trastornos Adictivos